TRADUCIR E INTERPRETAR LO PÚBLICO

(Editor)

La discusión sobre identidades es uno de los temas que aborda el libro Traducir e interpretar lo público, principalmente desde los postulados de la paratraducción. El tema de la identidad se encuentra en el orden del día en la traductología contemporánea. La reflexión sobre la construcción, aceptación o banalización de identidades, está en estrecha ilación con la discusión sobre lo público, y sobre la prestación de un servicio público y la traducción. Un servicio que debe tener en cuenta, sin lugar a dudas, las identidades alteradas, inestables, siempre cambiantes, de una multiplicidad de usuarios, que se encuentran cada vez más en continuo desplazamiento.
Identidades en permanente transformación, que también deben ser tenidas en cuenta en los procesos de localización con fines de la adaptación de productos a los diferentes mercados; estos procesos se apoyan inevitablemente en las percepciones identitarias de los contextos en los que pretenden incursionar. Podríamos criticarlo como estrategia de manipulación para el consumo, pero también se trata de una fuerza que mueve la economía de una sociedad y que va haciendo parte, querámoslo o no, de la idiosincrasia de un grupo social. Es el caso de los videojuegos y de las numerosas variantes, y de diversas naturalezas, que intervienen para su producción y eficacia.
Todo este dinamismo está entretejido en un texto: el de la ciudad. La ciudad como texto traducido o más interesante aún, la ciudad en traducción —para mencionar el valioso abordaje de Sherry Simon (2012) en relación con la articulación ciudad-traducción—, soporta todas estas transformaciones. Soporta, en el sentido de que sirve de soporte, pero también de que experimenta directamente estas transformaciones y el impacto que estas ejercen sobre su texto. La ciudad es en este sentido el lugar vivo de la experiencia bermaniana de lo extranjero planteada en L’ épreuve de l’étranger (BERMAN 1984). Asunto expuesto por François Ost, desde otra perspectiva —que también considera de manera primordial la experiencia de lo extranjero—; esa perspectiva es la de la legislación y la del derecho internacional, otro de los temas tratados en este libro. En el Seminario impartido en la Universidad Católica de Lovaina en 2006, que hace luego parte de la publicación Traduire: Défense et illustration du Multilinguisme, François Ost (2009) aborda la traducción como «la séptima ciudad», indicando el camino ético —y problemático para el Establecimiento— que la traducción motiva en la relación entre identidad y equivalencia, haciendo referencia a los movimientos de inmigrantes en la Europa actual. Con decidida intención histórico-crítica, Rodríguez García (2010) en The City of Translation, utiliza la figura de la traducción como tropo para visibilizar el proceso de constitución de un poder conservador en la naciente república de Colombia en el siglo XIX, contrastando en este sentido su posición con la planteada por Ángel Rama en la «ciudad letrada», y en concreto, haciendo una crítica filosófica y política al discurso de ciudadanía que se construye desde una mirada temerosa del progreso y aferrada a la tradición de la impuesta religión católica. Pero también se ocupa del ejercicio de la traducción propiamente dicha, como producción literaria de una élite que tiene acceso a la educación y a la cultura occidental. El tema de la traducción, entonces, como crítica a un texto, de ciudad y de ciudadanía, en construcción.
La argumentación de la relación ciudad-traducción en el libro que tengo el honor de presentar es optimista. La ciudad se presenta como el espacio público que se traduce, se deja traducir o bien, se debe traducir, aunque se resista a la traducción. Pero también, y de manera bien enfática, la ciudad como el lugar donde se presta un servicio público: la traducción. La visibilidad del traductor gana en este conjunto de artículos toda su importancia. El estatus del traductor como prestador de un servicio público, enaltece la profesión, diferenciándola del traductor literario que pretende aproximarse al autor, ser autor, ocupar el mismo espacio del autor. Este libro nos da en este sentido una lección de humildad a los traductores literarios. El traductor como servidor público participa en la administración del derecho del extranjero a ser traducido en la ciudad y no solo a ser traducido por la ciudad a la que llega; el derecho a ser reconocido y, en buena medida, transformado por ella, al mismo tiempo transformándola a partir de esa identidad «fuente» que llega a inscribirse en la identidad «receptora», para utilizar términos traductológicos. La ciudad de la traducción es pues una ciudad dinámica, se ofrece más como lugar de acogimiento que como lugar de exclusión.
La importancia del libro Traducir e interpretar lo público radica además, en el hecho de que, sin descuidar lo histórico —la labor de los intérpretes en la época colonial—, y sin desatender lo crítico —la invisibilización del traductor o del intérprete en la sanción y circulación de la Constitución de 1812 en las principales ciudades gallegas, asunto tratado en este libro, y que pongo en relación con The Work of recognition (2014), de Jason MacGraw, donde también se invisibiliza la labor de traductores e intérpretes en el caso de la liberación de esclavos en el siglo XIX colombiano—, los capítulos que componen el libro que presento se desplazan hasta la globalización contemporánea y las nuevas necesidades y características de comunicación que requieren los contextos actuales, en toda su complejidad lingüística, ideológica, política, jurídica, cultural, espacial, étnica y de mercado. Los textos y paratextos que constituyen el discurso de la ciudad, logran cuestionar espacios y fronteras, concepciones de periferia y centro, historia urbana y modernismo, cuando este discurso es interpretado y puesto en traducción, cuando la ciudad vive la experiencia del extranjero y de lo extranjero propiciada por la traducción.
En la traducción e interpretación que tiene lugar en la ciudad en relación a lo público —espacios públicos y servicios públicos—, como en lo que tiene que ver con procesos penales, salud o educación, el servidor público se encuentra frente a un complejo cultural, —no podría ser de otra manera—, de intercambios, rechazos, adaptaciones, manipulaciones, en las que participa de manera consciente o no. En todo caso, es de esperar, con un alto sentido ético y de responsabilidad. Lo que llama Yuste Frías, traducir desde la perspectiva de una comunicación transcultural.
Es de esperar que las reflexiones traductológicas aquí presentadas, permitan pensar las ciudades en los nuevos contextos que estamos experimentando como movimientos fluctuantes, no solo de bienes económicos, sino también de bienes culturales, que sobre la base de responsabilidades éticas, llevarán deseablemente a la constitución de ciudadanías transculturales, para utilizar el término de Yuste Frías, que podríamos ir nombrando transciudadanías.

Editor
Colección
Interlingua
Número en la colección
145
Materia
Traducción
Idioma
  • Castellano
EAN
9788490453506
ISBN
978-84-9045-350-6
Depósito legal
GR. 1380/2016
Páginas
232
Ancho
17 cm
Alto
24 cm
Edición
1
Fecha publicación
02-12-2016
Rústica sin solapas
19,00 €
Descuento 5%20,00 €

Sobre Óscar Ferreiro-Vázquez (editor)

  • Óscar Ferreiro-Vázquez
    es doctor con mención internacional y premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Vigo (UVigo). Es profesor de Traducción e Interpretación e integrante del grupo de investigación TI4 Traducción y Paratraducción (T&P) de la misma universidad. Coordinador del Máster en... Ver más sobre el autor

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