LA JAURÍA JUDICIAL

«Sostienen los tratadistas que el juez busca la defensa y protección del ciudadano; el fiscal, a legalidad; el secretario, dar fe, y mientras tanto el resto de la oficina trabaja y los abogados desempeñan un papel notable en la defensa de los derechos y libertades de los demás, al lograr que se aclaren y resuelvan pacíficamente situaciones que, de otro modo, podrían derivar en injusticias y violencias. Pero ¿eso es siempre así?» (De La jauría judicial)

He leído estos dos volúmenes sin el menor tratase de una obra de ficción que me amenazara con un ?nal imprevisto, y lo que he descubierto siempre es, por un lado, la humanidad de su autor y por otro su desinterés. Me parece que nuestro juez ha escrito sus memorias para que el joven de hoy que, como él, llega sin experiencia a ocupar su plaza, no se asuste, no se apoque, no deserte. (Del prólogo de Andrés Trapiello).

En cada página de este libro se advierte un desgarramiento moral, preguntas que no tienen res pues tas claras, siempre el desánimo y la desazón de vivir unas situaciones que casi nunca admiten una salida digna. Aquí Su Señoría se despoja de su toga y comparte con nosotros sus dudas, su in quietud, a menudo su dolor ante todo lo que pasa por sus manos. En forma de papeles, aunque en cada uno de ellos hay vidas. (Del prólogo de Carlos Pujol)