FELICIDAD Y CONFLICTO

Filosofías para el mundo de mañana

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Saber las cosas, saber de las cosas, no es suficiente. La era de la información es ya un hecho, pues sabemos y sabemos mucho más lo que creíamos. Nos conocemos a nosotros mismos mejor, llevamos una enciclopedia cargada y actualizada en una pantalla móvil que es de todo menos un simple teléfono. La psique está amaestrada en terapias ?hechas por uno o hechas por otros?, tenemos vidas que son perfiles, hemos inventado más deportes que en ninguna época histórica y tenemos máquinas en habitaciones con espejos sobre las que corremos hacia ningún lugar. Sabemos más, pero no es suficiente. Dicho con el famoso verso de Eliot: «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?».
Hace casi cien años, en su célebre El mundo de ayer, Stephan Zweig señalaba que el cambio de siglo, su siglo, poseía una característica que muchos pensadores pasaron entonces por alto: «La generación entera decidió hacerse más juvenil, todo el mundo, al contrario del mundo de mis padres, estaba orgulloso de ser joven» . Se afeitaron las barbas en señal de que lo anterior, lo ancestral, la tradición, la herencia y lo antiguo, era visto como lo desfasado, lo pesado, lo farragoso y lo que había que cortar como los bigotes y las camisas. Ser joven ya no era simplemente una cualidad física, ni tan solo una etapa biográfica, era el modus essendi propio de lo humano. Lo mejor era siempre lo último: el último invento, el último coche, el último vestido. Pero lo último ya no era lo anterior, sino lo que está delante: mirar el pasado como lo último que ha sucedido era perder el futuro. Ahora lo último era lo primero, lo que estaba en cabeza. Y ahí empezó a aparecer un arte que se hizo llamar vanguardia, y un vestir que tenía la fugacidad de lo último que hay que tener primero, es decir, la moda; y la tecnología se hizo hija (o padre) de un último modelo de casi todo. Pero ese «último», que quiere ser eternamente joven, hacía de su final un término y no tanto un sentido: por eso, lo joven, lo último, tenía que ser constantemente renovado. Y apareció la obsolescencia para que pudiéramos ser eternamente jóvenes, es decir, lo joven se tornó en un viejo permanente.
Y eso es nuestra sociedad actual: la vejez perpetua de lo juvenil y lo lozano.
«Felicidad y conflicto» es un pequeño aporte que busca esclarecer las contradicciones propias de nuestro siglo y hollar un sentido sobre la felicidad de lo humano que se ha diluido en los últimos cien años. La tarea es urgente, porque la gente está cansada y vive en una cultura llena de contradicciones. La cuestión sería sólo meramente anecdótica, o una simple nomenclatura, sino fuera porque, tras la forma que tenemos de hablar del mundo, lo que se nos aparece es el mundo mismo. Tal y como pintamos y describimos el mundo que vivimos, lo podemos vivir, porque el mundo lo vivimos describiéndolo. Este libro es un inicio de andadura para volver a ver con nuevos ojos lo que no sabemos explicar, aunque nos toque vivirlo.

Editor
Editora
Colección
Obras Generales
Materia
Filosofía
Idioma
  • Castellano
EAN
9788490453551
ISBN
978-84-9045-355-1
Depósito legal
GR. 1614/2015
Páginas
156
Ancho
17 cm
Alto
24 cm
Edición
1
Fecha publicación
16-12-2015
Rústica con solapas
13,30 €
Descuento 5%14,00 €

Sobre Enrique Anrubia (editor)

  • Enrique Anrubia
    es Profesor Titular de Filosofía y Antropología en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia. Cursó sus estudios de filosofía en las Universidades de Navarra y Valencia, licenciándose en esta última. Doctor en Antropología por la Universidad Católica de Murcia, de la que fu... Ver más sobre el autor

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