CORRESPONDENCIA I

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El presente volumen de Obras Filosóficas y Científicas de Leibniz es el primero de la serie dedicado a la Correspondencia. El filósofo alemán mantuvo intercambios epistolares con los más destacados científicos, políticos y filósofos de su época. El volumen de la correspondencia de Leibniz es tan ingente como su obra en forma de artículos, libros, ensayos, comentarios, etc. Dentro del asombroso conjunto de la obra escrita de Leibniz, la Correspondencia ocupa un lugar importante de cara al conocimiento de su pensamiento. En una época en la que apenas comienzan a difundirse las revistas científicas y filosóficas, el intercambio epistolar ostenta un papel relevante en la construcción del saber. De ahí que esté plenamente justificado dedicar los últimos volúmenes de la serie a este aspecto de su producción.
Al igual que con el resto de escritos, en el ámbito de la Correspondencia se impone la selección, dado el enorme número de interlocutores y el espectacular número de cartas conservadas. No todas las correspondencias tienen la misma relevancia teóricas. Algunas de ellas han sido piezas fundamentales en la evolución y configuración del pensamiento leibniziano. En este volumen se han recogido las Correspondencias completas de G.W. Leibniz con Antoine Arnauld (1612-1694) y con Bartholomeus Des Bosses (1668-1738). La correspondencia con el teólogo francés tuvo lugar durante los años 1686 a 1690, y parece ser que Leibniz hizo una revisión del conjunto de este intercambio con vistas a su publicación; la segunda, con el teólogo jesuita belga, se desarrolló desde 1706 hasta 1716, año en que muere Leibniz.
Ambas series de Correspondencia, aunque pertenecen a épocas distintas de la producción filosófica leibniziana, tienen una cierta unidad temática. Ambas están dedicadas de modo muy principal a la elaboración de la noción de sustancia, es decir, a la construcción de la categoría central de la ontología leibniziana que es la de mónada. En la Correspondencia con A. Arnauld uno de los polos de la discusión es la noción de sustancia individual, en relación con el concepto de notio completa y de sustancia corpórea; en el Epistolario con B. Des Bosses uno de los problemas centrales que se discuten es la noción de sustancia compuesta y la de Vinculum substantiale. Esta comunidad y continuidad temática justifica la reunión de estas dos correspondencias, de suyo independientes, en un mismo volumen.


I. CORRESPONDENCIA DE G.W. LEIBNIZ CON A. ARNAULD

1. Condiciones históricas de la correspondencia

La correspondencia entre G.W. Leibniz (1646-1716) y A. Arnauld (1612-1694) tiene lugar entre los años 1686 y 1690, aunque hubo una primera carta de Leibniz en 1671 que según parece, Arnauld nunca contestó. Desde el punto de vista filosófico, la correspondencia se sitúa en el marco de la discusión del cartesianismo, y su punto de partida es el Discurso de Metafísica (1686), que Leibniz envía a su colega francés.
A. Arnauld es uno de los principales representantes del jansenismo. Éste es un movimiento intelectual-religioso surgido en París a propósito de la obra Augustinus (1640) de C. Jansenio, obispo y profesor en Lovaina. Se desarrolló fundamentalmente en la abadía de Port-Royal, y sus miembros constituyeron una especie de comunidad religiosa de carácter austero, riguroso, ascético y alejado del mundo. Pertenecieron a este movimiento, entre otros, A. Arnauld, P. Nicole, B. Pascal, etc. Los jansenistas se opusieron al pelagianismo, destacando el papel necesario y prácticamente irresistible de la gracia divina, independientemente de los méritos de los individuos. Es una especie de pre-destinacionismo, desarrollado a partir de una cierta interpretación de la filosofía de San Agustín.
Por su parte, A. Arnauld intenta conciliar filosóficamente la interpretación jansenista de San Agustín con el cartesianismo. En ese intento desarrolla una crítica contra el propio Descartes (recogida en las Cuartas objeciones a las Meditaciones metafísicas) y también una crítica a Malebranche en la que rechaza el ocasionalismo, en cuanto intervención divina en cada acto humano (Des vraies et fausses idées, 1683). Para ello construye una especie de «mentalismo» representacionista que recogerá posteriormente J. Locke. Esto enlaza con la que fue sin duda la obra más influyente de Arnauld: La Logique, ou L?Art de penser (1662), conocida como Lógica de Port-Royal, y escrita en colaboración con P. Nicole. En esta obra, que pasó en su momento por ser la sistematización del pensamiento cartesiano, se propone como objetivo de la lógica el descubrimiento de nuevas verdades y conocimientos, y no la sistematización de lo ya conocido. En este punto hay una coincidencia clara con la concepción leibniziana de la lógica. Para ello se propone como objeto la actividad del espíritu (sintetizada en cuatro operaciones: concebir, juzgar, razonar y ordenar), y no las palabras y sus significados. Este es un paso más en la configuración del carácter activo y constructivo del espíritu en la acción cognoscitiva, cuya trayectoria abarca, en su primera fase, desde Descartes hasta Kant.
En la discusión sobre el cartesianismo, Leibniz critica a Descartes, pero también a A. Arnauld. En su escrito «Meditaciones sobre el conocimiento, la verdad y las ideas» (1684), interviene en la discusión entre Arnauld y Malebranche (aunque no es seguro que conociera la obra de Arnauld). En dicho escrito critica a Arnauld, aunque no por ello acepta el ocasionalismo de Malebranche. Pero la disputa más explícita y filosóficamente más significativa entre ambos filósofos es la que se contiene en la Correspondencia.
G.W. Leibniz había conocido personalmente a Arnauld (y a Malebranche) durante su estancia en París, de 1672 a 1676. Antes de su viaje Leibniz había enviado a Arnauld una larga carta desde Mainz a la que éste no contestó. Ya en París tuvo relación personal con él y le entregó alguno de los escritos de ese momento. Pero sería posteriormente, en 1686, al escribir el Discurso de Metafísica, cuando desde Hannover Leibniz retomó la relación epistolar con Arnauld. Éste se resiste a intercambiar opiniones y argumentos, pero finalmente accede, aunque en realidad el intercambio de cartas dura propiamente dos años (1686 y 1687). Durante ese periodo Leibniz viaja entre Alemania, Italia y Austria. Las dos últimas cartas (una en 1688 y otra en 1690 desde Venecia), ya no reciben contestación por parte de Arnauld, que murió en 1694.
Estos años representan el periodo más netamente logicista de la producción filosófica de Leibniz. En etapas posteriores la defensa de una teoría analítica de la verdad y de una concepción nítidamente calculadora de la racionalidad será muy profundamente matizada por Leibniz. El papel del Principio de inhesión, la concepción de la verdad que él implica y su relación con el Principio de razón suficiente no volverá a ser la misma a partir de final de los años ochenta hasta la muerte el Leibniz en la segunda década del siglo XVIII (Cfr. J.A. Nicolás, 1993).


2. Contenido filosófico de la Correspondencia

Leibniz envió en 1686 a Arnauld a través del Landrave Ernst el Sumario de la obra que acababa de escribir, el Discurso de Metafísica. Desde el principio las aclaraciones, dificultades y discrepancias se centran en el artículo número 13 de dicho Discurso. Este artículo dice: «Como la noción individual de cada persona contiene de una vez por todas lo que le ocurrirá siempre, se ven en ella las pruebas a priori o razones de la verdad de cada acontecimiento o por qué ha sucedido uno en vez de otro. Pero estas verdades, aunque seguras, no dejan de ser contingentes y están fundadas sobre el libre arbitrio de Dios y de las criaturas. Es verdad que su elección tiene siempre sus razones, pero ellas inclinan sin ser necesarias».
Así pues, el tema de partida de la correspondencia es la noción de individuo. El análisis e interpretación de este concepto se desarrolla a lo largo de la correspondencia en torno a dos núcleos fundamentales de problemas: el concepto de ?notio completa? y el de ?principio vital?. La discusión sobre la ?notio completa? involucra el problema de la libertad, la relación sujeto-predicado, el papel de Dios y la cuestión de la unidad de los individuos.
Por otra parte, durante el análisis de la unidad de los individuos surge la noción de forma sustancial, y resulta especialmente problemática la unidad de las sustancias corporales. Surge entonces toda otra serie de discusiones en torno a la composición de los seres corporales vivos, de la interpretación de la muerte y el nacimiento, de la unidad de estos seres, etc. Toda esta parte de la discusión acaba en la formulación por parte de Leibniz de la noción de ?forma sustancial corporal? y de un ?principio vital? que constituye uno de los rasgos últimos de la ontología leibniziana: «Yo sostengo que el número de las almas o al menos de las formas es infinito y que a la materia, al ser divisible sin fin, no se le puede asignar ninguna parte, tan pequeña en la que no haya dentro cuerpos animados, o al menos dotados de una entelequia primitiva, o (si usted permite que nos sirvamos tan generalmente del nombre de vida) de un principio vital, es decir, sustancias corporales de las que se puede decir en general que todas son vivientes» (Carta 24).
Estos dos grupos de problemas convergen en la concepción de la noción de «sustancia individual». El progreso de Leibniz en la concepción de la noción de ?mónada? durante el periodo de la Correspondencia con Arnauld, afianza la prioridad del individuo sobre la colectividad, en el nivel ontológico, y la prioridad de lo individual sobre el concepto general en el nivel lógico y epistemológico. Esto coincide con la distinción de dos niveles ontológicos, a saber, el nivel de los «fenómenos» y el nivel de la «realidad». Cada uno de ellos tiene en parte su propia lógica y régimen legislativo. Mientras en el nivel de los fenómenos Leibniz apunta hacia un cierto tipo de «funcionalismo», en el nivel de la «realidad» incorpora un componente fundamental que podría denominarse «vitalismo».
En el marco de la Correspondencia con Arnauld, la búsqueda de la clave que conduzca hacia una ontología unificada se sitúa en la noción de individuo, que a su vez lleva al concepto de notio completa. La conclusión no podía ser otra que la que extrae el propio Leibniz: «todo individuo es individualizado por su entidad total» (GP IV, 18). Aquí Leibniz radicaliza su metafísica de la individualidad. Lo que constituye a cada individuo es la totalidad de sus rasgos. Si alguna de esas notas cambia, constituye otra serie distinta y otro posible diferente del anterior. Sería otro de los mundos posibles. De entre todos esos posibles, se ha realizado efectivamente otro. Cada mónada es un sistema único de notas. El conjunto de ellos, con sus características propias del sistema unitario son la esencia de lo real.
Esto conduce al concepto de «notio completa»: «la noción completa es de individuos; las nociones generales son incompletas» (Carta 10). En última instancia, este razonamiento conduce, por un lado, hasta el Principio de inhesión (Ibíd.), que Leibniz elabora ampliamente, y por otro, a la tesis de que cada nota se convierte de alguna manera en «esencial».
De este modo se va abriendo paso en el pensamiento de Leibniz una ontología de la individualidad, que desborda los límites de la concepción sustancialista (aristotélico-cartesiana) de la realidad.
En relación directa con el concepto de ?notio completa?, plantea Arnauld el problema de su incompatibilidad con la libertad, tanto humana como divina. El concepto de notio completa puede conducir, en una determinada interpretación, a un determinismo absoluto, donde no cabe ni la elección divina ni la autodeterminación o espontaneidad humana. Leibniz construye una interpretación de esta noción que deja hueco a ambos tipos de libertad.
El problema surge a partir del principio de inhesión, que expresa la inclusión del predicado en el sujeto. Este principio lógico, con frecuencia Leibniz lo extiende al nivel ontológico, para explicar la realidad. Existe un cierto paralelismo entre logos y realidad, que subyace a toda la obra leibniziana. El reto es explicar la conexión entre sujeto y predicado, «conexión intrínseca», la llama Leibniz, de tal modo que no conduzca necesariamente a un determinismo metafísico o absoluto. Ahí se centra la discusión en torno a la posibilidad de la libertad.
Para ello, Leibniz recurre a un ejemplo, en el que introduce una distinción esencial. Las nociones generales, que constituyen el entendimiento divino, son incompletas. Las series que constituyen a los individuos están contenidas en cuanto posibles. Las nociones completas son individuales, e incluyen todas las circunstancias concretas, espacio-temporales, que definen a un individuo. Estas circunstancias no sólo son de carácter lógico, sino también ético y metafísico (Roldán, 1990). La completitud o perfección ontológica sólo se da en el individuo. Hasta aquí llega la ontología de la individualidad elaborada por Leibniz.
La libertad divina queda a salvo porque Dios elige con arreglo a su voluntad. En otros contextos Leibniz explicará que la voluntad de Dios se rige por la ley de la máxima riqueza ontológica composible. En cuanto al ser humano, su libertad es posible por dos argumentos. Por un lado, todo el conjunto de la serie que rige el devenir de un ser humano tiene carácter hipotético (y no necesario, en sentido absoluto o metafísico), porque depende de un acto de voluntad divina. Por otro lado, la percepción o conocimiento del bien, o de la mejor de las opciones en una situación determinada «inclina sin necesitar». De ahí que no se haga siempre necesariamente el bien, ni siquiera cuando es conocido.
Lo que queda establecido es que lo elegido libremente ha de estar en algún tipo de conexión (causal, deductiva, inclusiva, finalista?) con el conjunto de todos los rasgos que constituyen la situación concreta (individual) en la que tiene lugar la acción libre. Y esto es cognoscible a priori.
La libertad es situada por Leibniz en el ámbito de la contingencia, donde queda suprimida la necesidad absoluta, y reina la espontaneidad propia de la inteligencia humana, que confiere la capacidad de autodeterminación al individuo racional. De hecho no propugna Leibniz ningún tipo de conformismo, derivado de una interpretación determinista del principio de inhesión llevado al ámbito de la realidad: «hay que procurar construir el futuro, en cuanto depende de nosotros, conforme a la presunta voluntad de Dios o a sus mandatos... (Carta, 27).
Leibniz adopta como modelo general para pensar la realidad no el de una máquina cuyas piezas son independientes y recambiables, sino el de un organismo vivo. Con ello elabora una ontología rigurosamente individualista, con la que consigue dos cosas: superar la ontología sustancialista y plantear una alternativa al cartesianismo (cuyo modelo de saber fue la física), y en el fondo a la línea predominante en la génesis de la modernidad.
De este modo culmina toda una tendencia presente a lo largo de la obra de Leibniz, y queda recogida una buena parte de la originalidad de su ontología. Hasta aquí algunos de los elementos teóricos principales que atraviesan toda la Correspondencia con Arnauld. Siendo así, los textos presentados a continuación representan un capítulo esencial en la constitución de la ontología monadológica de la individualidad por parte de Leibniz.


3. Sobre la presente edición y traducción

3.1. Ediciones del texto original de la Correspondencia.

El texto original de la correspondencia entre Leibniz y Arnauld consta de 27 cartas en total. Existen varias ediciones del mismo: Grotefend, Foucher de Careil, Gerhardt, Rodis-Lewis, Finster, y su referencia exacta se recoge en la Bibliografía. La situación de las cartas de Arnauld es diferente de la situación de las misivas enviadas por Leibniz.
De las cartas que Arnauld envió a Leibniz existe la versión depositada en el Leibniz-Archiv de Hannover. Las diversas ediciones recogen esta versión, aunque con diversos grados de fiabilidad filológico-crítica, según los editores.
Respecto a las cartas de Leibniz, la situación es más complicada. Existen al menos dos versiones, que básicamente coinciden, pero que a veces contienen divergencias notorias en la materialidad de sus formulaciones textuales.
Por un lado, está el texto de las cartas que Leibniz efectivamente envió a Arnauld, a las cuales éste contestó. Estas cartas se custodian actualmente en el Archivo Nacional de La Haya. Pero por otro lado, Leibniz escribió extractos, copias o versiones revisadas de las cartas que envió a Arnauld. Leibniz reunió estas versiones revisadas o extractadas de sus propias cartas y las cartas de Arnauld, parece ser que con vistas a la publicación del conjunto de la correspondencia. Esta segunda serie de cartas de Leibniz revisadas se conserva actualmente en el Leibniz-Archiv de Hannover, junto con las que él recibió de Arnauld.
Las ediciones de C.L. Grotefend, A. Foucher de Careil (que reproduce la de Grotefend), y C.I. Gerhardt están hechas a partir de los manuscritos de Hannover. La edición de Gerhardt es la más fiable de las realizadas con los medios y los criterios del siglo XIX.
La versión exacta de las cartas efectivamente enviadas por Leibniz, depositadas actualmente en La Haya, fueron publicadas por G. Lewis en 1952, en una edición rigurosa de este conjunto de textos.
Por su parte, R. Finster presenta por primera vez en 1997 una edición completa histórico-crítica de la correspondencia entre Leibniz y Arnauld, tal y como se conservan en la versión revisada del Archivo de Hannover. Esta edición se atiene al Faszikel «LBr 16» de Hannover, y por tanto incorpora las correcciones realizadas por Leibniz en sus propias cartas con posterioridad al envío a Arnauld, con vistas a su publicación. Todos los textos de esta edición han sido transcritos de nuevo a partir del original. Cuando hay varias versiones de una misma carta se incluye en primer lugar (como texto definitivo) la última versión de la mano de Leibniz, y a continuación las demás versiones.
En la presente edición se ha considerado esencial disponer del texto definitivo de las cartas de Arnauld (conservado en Hannover y acerca del cual no hay discusión) así como las dos series de las cartas de Leibniz (que en lo fundamental coinciden). Nos ha parecido importante para una lectura históricamente correcta conocer cuáles fueron exactamente los escritos dirigidos por Leibniz a Arnauld; pero también es filosóficamente relevante saber cuáles fueron las precisiones introducidas por Leibniz cuando pensó en publicar esos textos.
Para ofrecer el texto de la correspondencia en las condiciones señaladas se ha tomado como base la versión crítica de los textos ofrecida por R. Finster (según los textos del Archivo de Hannover). Sobre esta versión se indican las variantes respecto a la edición de G. Lewis (según los manuscritos de La Haya). Se señalan aquellos pasajes suprimidos por Leibniz respecto a lo enviado a Arnauld, así como los introducidos posteriormente en relación a esa misma versión inicial. Se ha prescindido de aquellas variantes que son simplemente gramaticales o irrelevantes desde el punto de vista filosófico. Asimismo, todas las correcciones relativas a la crítica textual añadidas al texto base (añadidos puntuales de Leibniz, errores gramaticales, supresión de términos, inclusión de otros, palabras incompletas o abreviadas, anotaciones marginales, etc.) han sido incorporadas a la traducción que aquí se presenta.
Por último, se han introducido notas a pie de página con el objetivo de aclarar pasajes difíciles, referencias a autores u obras no muy conocidos, alusiones a lugares o situaciones relacionados con la redacción de los textos o su contexto social, político, geográfico, etc. Parte de estas anotaciones proceden de las incorporadas por R. Finster en su edición.


3.2. Anteriores traducciones de la Correspondencia

En cuanto a traducciones anteriores al castellano, pueden encontrarse dos. La primera de P. de Azcárate, publicada en 1878 y basada en la edición de Grotefend. La segunda versión castellana es la de V. Quintero, realizada en 1946. No revela cuál fue la edición que le sirvió de base. Ofrece como título del «original francés» el siguiente: «Correspondance de Leibniz et d?Arnauld». Este título no coincide ni con Grotefend ni con Gerhardt. Es probable que se haya realizado la traducción desde la edición de A. Foucher de Careil, que a su vez reproduce la de Grotefend.
Ninguna de estas dos ediciones están hoy disponibles; tampoco resultan hoy suficientemente fiables (ni en completitud ni en rigor textual), porque no pudieron disponer en su momento de la edición crítica de los textos. Tanto la edición de G. Lewis como la de R. Finster son posteriores a las dos traducciones castellanas que hemos señalado.


3.3. Aspectos formales, editoriales y tipográficos de la presente edición

La traducción de la Correspondencia pretende reproducir fielmente el texto de la edición realizada por R. Finster. Sin embargo, se han introducido algunas pequeñas variaciones, que a mi juicio mejoran en algún aspecto dicha edición.
Entre la versión de las cartas de Leibniz enviadas a Arnauld (edición de G. Lewis) y la versión revisada por Leibniz para su publicación (edición de R. Finster) existen muchísimas pequeñas variantes, de la cuales sólo se han incluido en nota a pie de página las que tienen alguna relevancia significativa en cuanto a las ideas (tanto contenidos como formulaciones) expresadas por Leibniz. También se han ido introduciendo a lo largo de todo el texto entre [ ] términos o elementos de puntuación que, sin estar explícitamente en el texto leibniziano, sin embargo facilitan la lectura y comprensión en castellano.
En el mismo orden de facilitar la comprensión del texto, se ha añadido en nota a pie de página una pequeña descripción de los personajes que aparecen en las cartas, y que no son fácilmente identificables hoy.
Por último, se añade a continuación una Bibliografía, que no pretende ser exhaustiva, en la que se recogen las ediciones anteriores de los textos de la Correspondencia, en sus diversas versiones, y las traducciones al castellano que se han realizado anteriormente.


4. Bibliografía

4.1. Ediciones del texto original de la correspondencia

(1) Carl L. Grotefend (Hrsg.), Briefwechsel zwischen Leibniz, Arnauld und dem Landgrafen Ernst von Hessen-Rheinfels, Hannover, 1846, 1-136.
(2) A. Foucher de Careil (ed.), Nouvelles lettres et opuscules inédits de Leibniz, París, 1857, 207-316 (reproduce la edición de Grotefend).
(3) Carl I. Gerhardt (Hrsg.), Philosophischen Schriften von Gottfried Wilhelm Leibniz [GP], Berlin, 1879, vol. II, 11-138.
Estas ediciones se atienen al contenido del Nachlass de Leibniz depositado en la Niedersächsischen Landesbibliothek de Hannover (LBr16).
(4) Geneviève Lewis (ed.), Lettres de Leibniz à Arnauld d?après un manuscrit inédit, PUF., París, 1952.
Esta edición contiene la transcripción de las cartas originales de Leibniz enviadas a Arnauld, conservadas en Amersfoort y trasladadas posteriormente a los Archivos Nacionales de La Haya. En algunos casos no se conserva el manuscrito original, sino una copia del mismo. No contiene las cartas de Arnauld, puesto que éstas fueron enviadas a Leibniz y sus originales (o sus copias) se conservan en Hannover.
(5) G. Le Roy, G.W. Leibniz, Discours de Métaphysique et Correspondance avec Arnauld, J. Vrin, Paris, 1957.
Esta edición incorpora la de C.I. Gerhardt para las cartas de Arnauld y la de G. Lewis para las de Leibniz.
(6) Reinhard Finster (Hrsg.), Gottfried Wilhelm Leibniz. Der Briefwechsel mit Antoine Arnauld (Französisch-deutsch), Felix Meiner Verlag, Hamburg, 1997.
Edición histórico-crítica completa de los manuscritos conservados en el Leibniz-Archiv, «LBr 16», que contiene las cartas originales de A. Arnauld, y la versión revisada de las de Leibniz, que él mismo supervisó, con vistas a una publicación que nunca llegó a realizar.


4.2. Ediciones en castellano de la Correspondencia

? Patricio de Azcárate (ed.), Obras de Leibnitz puestas en lengua castellana, tomo IV: Correspondencia con Arnauld, Casa Editorial de Medina, Madrid, 1878, vol IV, 135-255. Edición realizada a partir del texto de Grotefend.
? Leibniz, Correspondencia con Arnauld, trad. Vicente Quintero, Ed. Losada, Buenos Aires, 1946. Buena traducción, pero incompleta, puesto que en el momento de su realización no se podía disponer de una edición completa y crítica del texto.

4.3. Otras obras de A. Arnauld y de G.W. Leibniz

? Arnauld, A., Nicole, P., La logique ou l?art de penser, París, 1662.
? Arnauld, A., Des vraies et des fausses idées, 1683.
? Arnauld, A., Oeuvres complètes, 43 vols., Lausanne, 1775-84.
? Leibniz, G.W., Disputatio metaphysica de principio individui, 1663, G.W. Leibniz, Sämtliche Schriften und Briefe, Akademie Verlag, Berlin, 1990, VI, I, 3-20 (ed. cast., M. Beuchot, UNAM, México, 1986).
? Leibniz, G.W., Generales inquisitiones de analysi notionum et veritatum, 1682, en L. Couturat (ed.), Opuscules et fragments inédits de Leibniz, Olms, Hildesheim, reimp., 1961, 356-399 (trad. cast. M. Beuchot, A.Herrera, UNAM, México, 1986).
? Leibniz, G.W., Meditationes de cognitione, veritate et ideis, 1684, GP, IV, 422-426 (ed. cast., E. de Olaso, G.W. Leibniz, Escritos filosóficos, Buenos Aires, 1982, 271-8).
? Leibniz, G.W., Discours de Métaphysique, 1686, G.W. Leibniz, Sämtliche Schriften und Briefe, Akademie Verlag, Berlin, 1990, VI, 4 B, 1529-1588 (C.I. Gerhardt, G.W. Leibniz, Die Philosophischen Schriften, IV, 427-462; ed. cast., J. Marías, Leibniz, Discurso de Metafísica, Madrid, 1942; E. de Olaso, G.W. Leibniz, Escritos filosóficos, Buenos Aires, 1982, 279-327).

4.4. Bibliografía específica sobre algunos de los problemas fundamentales de la correspondencia

? Aliberti, G. (2001), «Über das Individuationsprinzip. Der junge Leibniz und die Auflösung der allgemeinen Substanz in der individuellen Substanz, H. Poser (Hrsg.), Nihil sine ratione, VII. Int. Leibniz-Kongress. Vorträge, Berlin, 9-16.
? Angelelli, I. (1983), «Leibniz?s early thesis on the principle of individuation», en Leibniz.Werk und Wirkung, IV. Internationaler Leibniz-Kongress, Hannover, 1983, 863-869.
? Beuchot, M. (1986), «Introducción», en G.G. Leibniz, Discusión metafísica sobre el principio de individuación, UNAM, México, 5-15.
? Cardoso, A. (2005), «O conceito de Objectividade em Antoine Arnauld», en L. Ribeiro dos Santos (ed.), Kant: posteridade e actualidade, Centro de Filosofía, Universidad de Lisboa, Lisboa, 163-172.
? Duchesnau, F. (1998), Les modèles du vivant de Descartes à Leibniz, Vrin, Paris.
? Duchesnau, F. (2001), «Leibniz on the sufficient reason of organic bodies», H. Poser (Hrsg.), Nihil sine ratione, VII. Internationaler Leibniz-Kongress. Vorträge, Berlin, 346-53.
? Finster, R. (1988), «Editionshistorische Überlegungen zur Leibniz-Arnauld-Korrespondenz», A. Heinekamp (Hrsg.), Leibniz Tradition und Aktualität, V. Internationaler Leibniz-Kongress. Vorträge, Hannover, 269-70.
? Gaudemar, M. de (1999), «De la substance individuelle à la monade: vers l?immanence du destin individuel», en D. Berlioz, F. Nef (ed.), L?actualité de Leibniz: les deux labyrinthes, Studia Leibnitiana Supplementa, F. Steiner Verlag, Stuttgart, 177-192.
? Hartmann, F. (2001), «Mechanismus-Organismus-Konzepte von G.W. Leibniz und G.E. Sthal im Vergleich», H. Poser (Hrsg.), Nihil sine ratione, VII. Internationaler Leibniz-Kongress. Vorträge, Berlin, 462-9.
? Mason, H.T. (ed.), (1967), The Leibniz-Arnauld Correspondence, Manchester University Press, New York, XI-XLVIII (traducción inglesa de la correspondencia, a partir de la edición de Gerhardt).
? Nicolás, J.A. (1983), «La noción de sustancia en Leibniz frente a la de Descartes», Cuadernos de Filosofía y Ciencia, 4, pp. 161-172.
? Nicolás, J.A. (1990), «Universalität des Prinzips vom zureichenden Grund», Studia Leibnitiana XXII/1, 90-105.
? Nicolás, J.A. (1993), Razón, Verdad y Libertad en G.W. Leibniz, Univer¬sidad de Granada.
? Orio de Miguel, B. (1995), «Metafísica y ciencia en la epistemología de Leibniz. Un ejemplo: la preformación orgánica» en Nicolás, J.A., Arana, J. (eds.), Saber y conciencia. Wissen und Gewissen, Comares, Granada, 355-368.
? Roldán, C. (1990), «La salida leibniziana del laberinto de la libertad», en G.W. Leibniz, Escritos en torno a la libertad, el azar y el destino, edición de C. Roldán, Tecnos, Madrid, pp. IX-LXXII.
? Schneider, Ch. (2001), «Bodies as aggregates and bodies as phenomena ? towards a coherent story», H. Poser (Hrsg.), Nihil sine ratione, VII. Internationaler Leibniz-Kongress. Vorträge, Berlin, 1130-7.
? Sleigh, R.C. (1990), Leibniz and Arnauld. A commentary on their correspondence, New Haven and London.


II. CORRESPONDENCIA DE G.W. LEIBNIZ CON B. DES BOSSES

1. Presentación de la Correspondencia

La Correspondencia entre G.W. Leibniz y B. Des Bosses, que empieza en 1706 y finaliza en 1716, abarca los últimos diez años de la vida de Leibniz (1646-1716), nos sitúa, pues, en el periodo final de su trayectoria filosófica Discutiendo con el jesuita Des Bosses (1668-1738), repensará algunos aspectos importantes de su sistema.
El tema principal sobre el que discuten ambos corresponsales durante estos años, es la posibilidad de la substancia compuesta; Leibniz está evaluando si su sistema puede admitirla. En el año 1714 Leibniz publicará Principios de la Naturaleza y la Gracia y Monadología, textos que tienen una diferencia esencial: mientras en el primero se utiliza el concepto de «substancia compuesta», en el segundo no aparece ni una sola vez este concepto. Hay una pregunta difícil de eludir: ¿por qué Leibniz en estas dos obras escritas en 1714, y que sintetizan su pensamiento, trata de forma diferente la cuestión de la substancia compuesta? Parte de la respuesta a esta pregunta está implícita en la correspondencia que presentamos, porque en ella podemos seguir la evolución del pensamiento de Leibniz, que en 1714 aún no ha acabado, que va desde la consideración de la substancia compuesta como fenómeno a pensarla como tal substancia, sin que ello signifique que ésta sea la última palabra del filósofo en este Epistolario.
La Correspondencia entre Leibniz y Des Bosses es un texto extrañamente leibniziano. En una primera aproximación se siente cierta perturbación tanto por el tema de la discusión, la substancia compuesta, como por el elemento que la posibilitará, el vínculo substancial, y también por una discusión sobre la Transubstanciación católica que jugará un rol importante. Sin embargo, muy pronto el deseo de desentrañar un diálogo tan rico y difícil, se impone al lector.
El Padre Barthélemy Des Bosses nació en 28 de agosto de 1668 en Chîneaux (cerca de Hervé, en el Ducado de Limburgo). Estudió humanidades y filosofía y en 1686 entró en la Compañía de Jesús en Tréveris, donde permaneció dos años como novicio y otro año como «repetens» (para mejorar su formación humanística). En 1689 fue nombrado profesor en el colegio de Aquisgrán, donde durante cinco años enseñó gramática, sintaxis, poesía y retórica. Los cuatro años siguientes estudió teología en Münster, donde el 2 de febrero de 1702 hizo sus votos. Fue profesor de teología en Hildesheim hasta el año 1709, para ir después a Colonia (1707-1711) a enseñar matemáticas y donde consiguió el grado de Doctor en Teología (1711). Hasta el año 1713, permanece en Paderborn enseñando teología escolástica, para volver entonces a Colonia como profesor de teología moral y escolástica, además de examinador sinodal, confesor, bibliotecario y, finalmente, como prefecto de los estudios de teología. En 1730 debe abandonar la enseñanza por razones de salud. Murió en Colonia el 17 de abril de 1738.
Además de la traducción de la Teodicea al latín (que apareció en 1719), publicó en 1700 dos volúmenes de versos, Hymenaeus serenissimis sponsis Ottoni, S.R.I. principi de Salm Anholt, et Albertinae, S.R.I. principi Nassoviae, y Gratulatorium carmen reverendissimo et serenisimo dommino Clementi Augusto, archiepiscopo Coloniensi, S.r.I. electori magnum teutonici ordinis magisterium adipiscenti en 1732, y dos obras de teología, Epistolae abatís N. Ad episcopum N., quibus demonstratur aequitas constitutionis Unigenitus, etc., necnon libellis adversus hanc constitutionem editis respondetur. Accedit declaratio sacrae facultatis theologicae Lovainiensis circa dictam constitutionem, en 1715 y Annotationes aliquot unius e Societate jesu theologi ad excerpta quaedam ex assertionibus P. Pii Schölling, ordinis praedicatorum, en 1726
Leibniz y Des Bosses

Autor
Editor
Editora
Colección
G.W. Leibniz: Obras filosóficas y científicas
Número en la colección
14
Materia
Filosofía
Idioma
  • Castellano
EAN
9788498362954
ISBN
978-84-9836-295-4
Depósito legal
GR. 2286/2007
Páginas
520
Ancho
17 cm
Alto
24 cm
Edición
1
Fecha publicación
29-10-2007
Tapa dura con camisa
47,50 €
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Sobre G. W. Leibniz (autor)

  • G. W. Leibniz
    fue un filósofo, matemático, lógico, teólogo, jurista, bibliotecario y político alemán. Fue uno de los grandes pensadores de los siglos xvii y xviii, y se le reconoce como el «último genio universal», esto es, la última persona que pudo formarse suficientemente en todos los campo... Ver más sobre el autor

Sobre Juan Antonio Nicolás (editor)

  • Juan Antonio Nicolás
    (jnicolas@ugr.es) (www.ugr.es/local/jnicolas), es Catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada, Director de la "Cátedra G.W. Leibniz de Filosofía" (www.leibniz.es), Presidente de la "Red Iberoamericana Leibniz", Vicepresidente de la Sociedad española Leibniz, Director de... Ver más sobre el autor

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